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miércoles, 18 de noviembre de 2009

Secuestro: La Muerte Suspendida


La experiencia del secuestro tiene varias consecuencias que ya he tratado de explicar de manera muy breve, sin embargo existe esta en particular es la que yo considero como de las más letales: La Muerte Suspendida. Este fenómeno se da como un deterioro y desgaste de los procesos psicológicos de aferrarse a la vida. La persona secuestrada sabe que su único objetivo dentro de su prisión es salir con vida y regresar a sus seres queridos. Desafortunadamente este objetivo no depende solamente de la persona secuestrada, ya que existe un enemigo que tiene otro objetivo en mente: recibir una compensación económica. El secuestrador utilizará todos sus recursos para lograr sus objetivos, incluyendo el causar daño físico y psicológico a la persona secuestrada y a su familia.
La herramienta más efectiva que tiene el secuestrador la encontramos en la sumisión que puede llegar a crear sobre la persona secuestrada. El proceso de sumisión que se desarrolla está basado en la sensación de ya no tener control sobre mi propia vida. La persona secuestrada llegará a esta conclusión después de atravesar varios ciclos de esperanza y desesperanza. La esperanza es caracterizada por pensamientos positivos y optimistas de "todo estará bien," "voy a salir vivo de esta," "mi familia está haciendo lo necesario para sacarme de aquí." Estos periodos de optimismo serán truncados principalmente por las interminables horas de dolor y de incertidumbre. Es aquí donde aparecen la otra polaridad, la desesperanza con pensamientos de "voy a morir," "¿qué será de mis hijos sin mi?" "mi familia no está haciendo lo suficiente para sacarme de aquí."
La naturaleza del alma no soporta la existencia de fuerzas de vida y de muerte al mismo tiempo y termina por rendirse al comenzar un duelo, una muerte, una despedida de esta vida.
Este proceso de duelo se inicia y la persona comienza a "dejar apagar la vela." Algunos de mis pacientes lo reportan como estar muertos en vida, dejan de comer, las torturas ya no duelen. En otras palabras, la persona secuestrada ha comenzado a estar muerta.
Pareciera que los secuestradores pueden notar esta fase del secuestro y tratan de "animar" a su víctima diciéndole que ya mero salen, que ahora sí su familia esta echándole ganas. Pero es demasiado tarde, el proceso de desprenderse de la vida ha comenzado.

Una vez que la persona secuestrada es liberada experimenta un éxtasis de energía, y pudiera parecer que todo regresa a la normalidad. De hecho, la mayoría de ellos quieren retomar la normalidad de sus vidas inmediatamente. Con el tiempo, sus seres queridos comienzan a darse cuenta de que hay algo raro, ya no son los mismos. Ya no hay afectos, no hay planes, no hay metas, no hay vida. Es como si se hubieran quedado en un "limbo" psicológico entre la vida y la muerte. Esta sensación es extremadamente desagradable y en ocasiones se intenta minimizar con el abuso de sustancias o con actividades de alto riesgo que les permita sentir un poquito de vida.
El reto clínico es el de poder revertir esta inercia de muerte. En mi experiencia, este es el mayor reto terapéutico; el poder vencer a la muerte psicológica y promover nuevamente las pulsiones de vida. No puede haber un éxito terapéutico sin el regreso de la vida.
A este proceso yo le llamo la segunda liberación. El cuerpo ya está libre, mi trabajo es facilitar la liberación del alma.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

¿Qué es el trauma psicológico?


Ahora si, después de revisitar mi arcaica historia, vayamos al grano. ¿Qué es el trauma? de repente utilizamos el término en nuestras conversaciones diarias. A veces decimos: "Ese profe me trauma," o "Me traumé porque no llegué al concierto de Luis Miguel," desafortunadamente el trauma es un poco más complejo. Tampoco quisiera meterme en detalles neurofisiológicos complicados que solo causaran mas confusión. Voy a intentar explicar el trauma en términos muy simples y sencillos.
Existen varias áreas que son afectadas por el trauma: El área psicológica, el área neurológica, el área social y por supuesto el área espiritual.
En el área psicológica la mayor afectación la encontramos en la pérdida de nuestra "burbuja" de protección e invulnerabilidad. La gran mayoría de nosotros pensamos que estamos seguros, de hecho necesitamos creernos seguros para hacer nuestras vidas, pero cuando un evento traumático impacta nuestras vidas, esa "burbuja" desaparece y nos confronta con una realidad muy desagradable: ¡Somos vulnerables! Y nos sentimos desnudos y desarmados ante otros seres humanos que pueden volverme a dañar.
En el aspecto neurológico, los cambios se dan en la estructura que está encargada de avisarnos cuando hay un posible peligro. Es como la alarma de nuestros autos, si alguien quiere abrir mi auto, la alarma se activa haciendo sonar la bocina y prendiendo y apagando las luces. Nuestra "alarma" funciona exactamente igual, si mis sentidos me avisan si existe un potencial peligro del cual tenga que correr o enfrentar. Esta alarma activa una serie de respuestas internas que preparan mi cuerpo para poder sobrevivir esa potencial amenaza, y modifica la manera en que pienso y reacciono. Desafortunadamente, en ocasiones esta alarma no se apaga una vez que la situación ha terminado y queda mandándome señales internas como si todavía yo me encontrara en peligro. Esto va a modificar mi metabolismo y mi organización mental, impidiéndome regresar a mi funcionamiento normal. Así, la persona traumatizada quedará en un constante estado de alarma y defensividad.
Debido a las afectaciones psicológicas y neurológicas, la persona traumatizada se "desconectará" de sus relaciones interpersonales sin discriminar a sus seres queridos. La persona traumatizada no cuenta con las herrmientas psicológicas ni neurológicas para establecer o mantener vínculos ya que involuntariamente se encuentra en un funcionamiento de sobrevivencia todo el tiempo.
En el aspecto espiritual (no necesariamente religiosa), la persona se encuentra también desconectada de todo sentimiento de pertenencia y de relación con un Ser Superior, alimentado de un enojo por haber sido "abandonado." Regularmente la persona deja de creer en algo o alguien, tomando en sus propias manos su protección.

De manera muy breve, esto es el trauma. De hecho la palabra trauma quiere decir: heridas. Creo que queda claro el por qué.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Mi primer paciente de secuestro


Pues ya de regreso en México sin saber a quién o a dónde acudir, conozco por Internet una asociación que se dedica a la atención psicológica a víctimas de delito (Fundación para la Atención a Víctimas de Delito y Abuso de Poder), quienes me reciben muy amablemente y me aceptan como voluntario. Es en esta asociación en donde comienzo a darme cuenta de que en mi propio país sí existe una guerra, pero es una guerra muy distinta. Aquí no hay una trinchera bien definida, ni tampoco hay soldados, aquí todos somos prisioneros de guerra y cualquier día puede ser nuestro último. En esta guerra sí hay armas de fuego, pero el enemigo cuenta con una nueva generación de armamento: llamadas por teléfono, amenazas, envíos de partes de cuerpo, fotografías y video del daño provocado a nuestros seres queridos. El enemigo juega con nuestra mente, pero sobre todo con nuestras almas al negociar entre la vida y la muerte; al hacernos responsables de la liberación de nuestro ser amado. Es el año de 1999 y por primera vez tengo cara a cara a un sobreviviente de secuestro y aun recuerdo el miedo que sentía; yo había sido entrenado para "trabajar" con imágenes de guerra, que aunque son extremadamente fuertes, nada me había preparado para presenciar las huellas eternas de un secuestro
Mi primer paciente, una mujer de unos 50 años de edad, ingeniera química de un laboratorio muy reconocido. Recuerdo que en mis colegas en la asociación había una gran expectativa de ver como este paisano repatriado hacía todo lo que en papel decía saber.
Durante mi primer sesión recuerdo haber notado que la cara de mi paciente parecía haber sufrido algún tipo de parálisis, después entendería que esta deformación muscular no era otra cosa mas que una representación corporal del trauma psicológico.
Esta primer sesión me pareció eterna, recuerdo haberme mareado y mi estómago estaba revuelto. Mi corazón latía exageradamente rápido y mis manos me sudaban al escuchar por primera vez los detalles (no solo verbales, ya que el cuerpo también comunica su dolor), físicos y emocionales de un secuestro.
Hoy después de 10 años y más de 170 víctimas de secuestro (y sus familias), todavía no me acostumbro, ni dejo de asombrarme de la maldad del ser humano. Por el otro lado, he sido testigo de la fortaleza y del valor de los sobrevivientes de secuestro de enfrentar a sus memorias, sus procesos legales, a una sociedad que no los entiende y que les pide que regresen a su normalidad como si nada hubiera pasado.

Ojalá el trauma psicológico se resolviera o se olvidara solo con querer.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Presentación


Después de varios intentos finalmente me he decidido a tomar esto del blogg como algo serio y necesario (por lo menos para mi). Siendo este espacio un contexto social, casual y de amigos, creo que es necesario presentarme en lo personal y en lo profesional.
Tengo 38 años, soy casado y tengo 2 hermosas hijas (Anna y Abigail), además tengo 2 perros de agua español, una raza muy hermosa y muy poco conocida, por lo menos en México.
Pues bien, en lo profesional debo comenzar por la "cómica" manera en la que me encontré con el tema del trauma psicológico.
Tuve la fortuna de estudiar en una escuela "gringa" mi licenciatura y mi maestría. Durante mis prácticas profesionales de la maestría, mi universidad abrió un programa piloto para la recuperación de eventos traumáticos. Yo jamás pensé en inscibirme en esa materia, yo siempre quise ser terapeuta familiar sistémico, yo quería ser un Salvador Minuchin de los pobres. La vida tenía otro destino para mí. Todos los lugares en donde yo pude haber hecho mis prácticas profesionales se llenaron y no había lugar para el pobre "mojado," solo había lugar en una clínica de atención psicológica a refugiados de guerra de Cambodia. ¡Cambodia! Se me terminó el tiempo de poder decidir y la vida decidió por mi, tendría que hacer mis prácticas profesionales en el Cambodian Counseling Center de Long Beach California. Dentro de ese programa estaban ofreciendo un entrenamiento y certificación en trauma psicológico para veteranos de guerra por parte del Long Beach Memorial Medical Center, y fue sí que comenzó mi pasión y vocación profesional. Mi universidad al mismo tiempo se consolidó como la primera universidad en ofrecer un curso de posgrado en EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing), una técnica muy efectiva para el reproceso de eventos traumáticos.
Recuerdo esos tiempos como si hubieran sido dos mundos distintos: un mundo fasinante y nuevo para mi, descubriendo las teorías del trauma y los trastornos disociativos. El otro mundo era oscuro, lleno de lágrimas y recuerdos dolorosos de mis primeros pacientes.
Mis primeros pasos en el trauma psicológico, fueron escenas totalmente nuevas y desconocidas para mi. Eran recuerdos de la guerra, de torturas y violaciones. Recuerdo haber tenido pesadillas varias noches (fue mi novatada en la psicotraumatología). Fue así que pasé 3 semestres en un entrenamiento muy activo, ya que después no solamente fue con pacientes de Cambodia, ya que el LBMMC me pidió que asisitiera a sus psiquiatras y psicoterapeutas en el área de veteranos de la guerra del golfo. Así, sin pensarlo dos veces comencé a trabajar con veteranos de guerra Hispanos y con sus familias trabajando el Trastorno de Estres Postraumático.
Al termino de mi entrenamiento, no sabía que iba a hacer con el conocimiento obtenido durante esos 18 meses en trauma y en trastornos disociativos, pero la vida de nuevo me tenía algo preparado (algo que comenzó a hacerse un hábito). Al graduarme de mi maestría, fuí elegible para un permiso de trabajo profesional, así que varias organizaciones me ofrecieron trabajo, ya que mi CV les parecía atractivo por el entrenamiento en trauma y por ser bilingue. De esta manera llegué a una organización que proveía servicios integrales a niños y niñas que se encontraban bajo custodia del Estado de California. A mi me tocó el área de niños Hispanos a quienes se debía valorar el daño psicológico debido a los varios tipos de abusos.
Así pasaron otros 12 meses muy intensos llenos de experiencias personales y profesionales.
Esta es mi historia, al inicio de mi maestría yo lavaba platos en la cafetería de la universidad. Al terminar mi entrenamiento, me enfrentaba a otro tipo de cochambre, desperdicios y suciedad.
En 1999, regresé a mi país con mucho miedo y muchas ilusiones. ¿Que iba a hacer con mi entrenamiento? aquí no hay guerras, ni veteranos de guerra...La vida de nuevo tenía algo preparado para mi.
Más adelante seguiré con mi historia personal y profesional, para entonces llegar al propósito de este blogg: El discutir y el aprender juntos sobre el trauma psicológico y sus efectos.