jueves, 3 de abril de 2014

Quienes aceptan quedarse


Esta semana se dio a conocer la noticia sobre una red privada de prostitución de un servidor público en la capital de este país. La noticia ha despertado toda serie de reacciones en las redes sociales que van desde la indignación, el repudio, la impotencia e incluso hasta la resignación de una sociedad que ya perdió su capacidad de asombro en cuanto a la bajeza de la gente en el poder.
Independientemente del resultado de las investigaciones que está por iniciar la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, esperando que se haga justicia a las víctimas de este presunto delito, a mi me llamó mucho la atención algo que quisiera compartir en esta ocasión.
Si lo que la periodista describe en su artículo es cierto, debe alertarnos de un fenómeno psicológico resultante de una descomposición social y emocional que podría explicar el incremento del riesgo de explotación sexual en la población infanto-juvenil de nuestro país.
La periodista que dio a conocer la noticia debido a que se infiltró ella misma en el proceso de selección de estas edecanes y describe lo siguiente:

“Cuando gana confianza, con ese tono adormecedor, Priscila suelta que, entre sus actividades, está el tener sexo oral y vaginal con Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre.
De aceptar, ese mismo día, pueden tener su primer encuentro con el líder del PRI capitalino.
Un detalle: al jefe no le gustan las niñas “del otro bando”
Priscila, aconseja a la chicas ser atentas. Al líder priista, hay seducirlo.
Si aceptan sumarse a esta red de prostitución, las jóvenes causan alta en la nómina del PRI como secretarias o recepcionistas.
Quien acepta, firma el cuadernillo de Priscila. La última etapa, consiste en que Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre de el visto bueno.”


La narrativa de la periodista establece que llega un punto en que estas jóvenes mujeres son informadas sobre las actividades sexuales que tendrán que realizar como parte de su trabajo. Unas se van, algunas otras deciden quedarse.

Esta es la parte que me intriga, y entiendo que puede tener muchas explicaciones desde las teorías sociológicas, económicas, culturales, antropológicas, etc., pero me pregunto si también existirá un factor psicológico de predisposición a la explotación sexual. Me puse a revisar un poco de bibliografía y encontré datos interesantes:

Rodman y Clum (2001) encontraron en sus estudios que las mujeres que había reportado abuso sexual en la infancia reportaban una alta incidencia de por lo menos un abuso sexual en su edad adulta.
Russel (1986) reporta que el 63% de la población que entrevistó para su estudio y que había informado de abuso sexual infantil intrafamiliar también reportó por lo menos otro abuso sexual después de los 14 años.
Messman-Moore y Long (2003), encontraron en sus estudios que un abuso sexual en la edad adulta es de 2 a 11 veces más probable en personas que fueron abusadas sexualmente en la infancia a las que no reportan abuso en la infancia.
Por último, en un estudio longitudinal de Humphrey y White (2000), señalan que de una población de 1569 mujeres estudiantes de universidad, las que reportaron haber sido abusadas sexualmente en la infancia también reportaban la presencia significativa de abuso sexual de moderado a severo en su adolescencia y la experiencia de una violación o intento de violación en su primer año en la universidad de hasta 13 veces mayor a las mujeres que no habían experimentado un abuso sexual en la infancia ni adolescencia.

El estudio de los efectos del trauma nos da al menos unas probables explicaciones fisiológicas a dicha vulnerabilidad a seguir siendo abusadas sexualmente. Cuando un niño o una niña es expuesta de manera recurrente a situaciones de abuso debe recurrir al único escape posible: disociación.
Su cuerpo no puede enfrentar al agresor ni tampoco puede huir de la amenaza. Así, la única opción es estar sin estar. Y es muy probable que el niño o la niña tengan que utilizar esta respuesta fisiológica muchas veces si el agresor vive en casa o tiene acceso irrestricto al menor. De esta manera la fisiología del niño aprende a afrontar situaciones subjetivas o reales de amenaza por medio de la disociación (congelamiento, rendición, seducción, etc.). Entonces, incluso en la edad adulta la respuesta ante la amenaza ya no será correr o pelear, seguirá siendo la rendición, sometimiento, congelamiento, etc. Su cuerpo y mente ya están condicionados a sobrevivir estando sin estar.

La noticia debe hacernos reflexionar como sociedad y profesionales de la salud mental en muchos aspectos. En lo particular me preocupa esta relación de abuso infantil y la predisposición a abusos en la edad adulta que creo que no está siendo atendida como se debería. Se han alcanzado buenos logros en temas de procuración de justicia y protección a las víctimas de trata de personas pero creo que se debería ya de incluir la atención y prevención del abuso sexual infantil como parte del ciclo de la trata de personas y explotación sexual.

            Humphrey, J.A. & White, J.W. (2000). Women’s vulnerability to sexual assault from adolescence to young adulthood. Journal of Adolescent Health, 27, 419-424.

Messman-Moore, T., & Long, P. (2003). The role of childhood sexual abuse sequelae in the sexual revictimization of women: An empirical review and
Theoretical reformulation.Clinical Psychology Review, 23, 537-571.         

Roodman, A. and Clum, G. (2001). Revictimization rates and method variance: A meta-analysis. Clinical Psychology Review, 21 (2), 183-204.

        Russell, D. (1986). The secret trauma: Incest in the lives of girls and women. New York: Basic Books.

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