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viernes, 27 de noviembre de 2015

¿Qué esperar de un posgrado?

Recuerdo que cuando comencé mi maestría en terapia familiar y de pareja tenía grandes expectativas sobre lo que habría de aprender esos dos años. Yo estaba seguro que lo que había aprendido en la licenciatura no era suficiente, y que seguramente esos dos años siguientes mi mente y mis habilidades serían transformadas al grado de ser un Maestro en el arte de la terapia familiar. Yo estaba seguro que en esos dos años mis profesores, mi supervisión y mis prácticas terminarían por formar, ahora sí, de manera radical, a un experto terapeuta familiar.
La realidad fue otra, y no porque mi escuela tuviera un programa deficiente, al contrario, hoy me siento bendecido por las bases y fundamentos que recibí durante esos dos años, pero no encontré lo que pensé que encontraría. Muchos nuevos terapeutas están en la misma situación, esperanzados a que un buen programa de posgrado los convierta en buenos terapeutas. Ahora que veo hacia atrás me doy cuenta que la responsabilidad de un programa de posgrado no es el de formar de manera completa a sus alumnos y alumnas, la preparación profesional de un programa de posgrado nunca puede lograr equipar totalmente a sus alumnos y alumnas para lo que deberán enfrentar en el mundo real. El mundo académico nunca puede compararse con lo que la realidad de nuestras experiencias clínicas y en la soledad de nuestros consultorios nos esperan al terminar un programa de maestría o doctorado.


El mundo académico solo puede aspirar a proveer los fundamentos teóricos, actitudes, ética y habilidades clínicas que todo novato necesita para comenzar a hacer sus pininos profesionales.
Ningún programa académico puede proveer las respuestas correctas a cada caso, pero si podemos brindar los criterios humanos, empáticos y profesionales para que cada alumna y alumno tomen sus propias decisiones.
En otras palabras, los programas de posgrado solo pueden aspirar a formar buenos novatos y nunca vender la idea de formar expertos. Si un programa de posgrado puede aceptar el reto de formar buenos novatos, entonces está cumpliendo su función.
Cuando un alumno o alumna comprende que su entrenamiento profesional a nivel posgrado solo alcanzará para formar un buen terapeuta novato, entonces puede aceptar la realidad de que su camino apenas comienza. Este elemento es básico en la madurez de un buen terapeuta, el reconocer que un diploma de posgrado no lo convierte en un experto. A veces pienso que los diplomas de posgrado deberían especificar que el conocimiento adquirido en dicho programa no es una garantía de sus capacidades profesionales. El terminar un programa de posgrado no nos convierte en expertos, y mucho menos en buenos terapeutas. Es solo el comienzo de un camino largo de aprendizajes vivenciales en lo profesional y en lo personal. Si el recién egresado de un programa de posgrado llega a comprender este proceso natural de madurez, sabrá que el obtener un diploma no lo exime de su responsabilidad de seguir siendo supervisado y de su propio proceso terapéutico.
Pienso que todo programa de posgrado en psicología debería explicar a toda alumna y alumno de nuevo ingreso esta realidad: Nuestro papel no es hacerte experto o experta, nosotros solo te daremos los fundamentos para que puedas comenzar a unir las distintas teorías con la realidad, y que te des cuenta de que no existen respuestas correctas.
Un programa de posgrado se debe ver como un iniciador de un proceso que no termina con una graduación, es continuo y nunca termina. La realidad es que nunca te conviertes en un experto en psicología o en psicoterapia, solo te vuelves más sabio al reconocer que convertirte en un experto no tiene ningún valor real ni para ti, ni para tus pacientes.

jueves, 9 de julio de 2015

La Presencia

En otras breves reflexiones he mencionado la importancia de Estar Presente, y probablemente no ha quedado claro (yo sigo en el proceso de comprenderlo) lo que significa este concepto en la práctica cotidiana y no limitada al ámbito profesional. Existe varias definiciones que he encontrado sobre la marcha y todas ellas me gustan y creo que tienen enormes aportaciones al crecimiento personal.
  • En el plano más práctico, Estar Presente significa estar alerta, astucia, atento, consciente, cuidadoso, meticuloso, observador, despierto y sabio.
  • En el ámbito educacional, Estar Presente significa tener una mente abierta y evitar conjeturas prematuras que impidan el fluir de nueva información
  • En el ámbito contemplativo, Estar Presente significa estar consciente con un propósito y sin juicios sobre lo que está pasando en el presente.
La conjunción de estas tres aplicaciones del término Estar Presente son extremadamente valiosas para el desarrollo personal y yo considero que son el núcleo del ámbito terapéutico en su más pura expresión: el encuentro de dos subjetividades, Presentes en el Presente.

Las implicaciones de este encuentro pueden ser explicadas por una reciente área de la psicología aplicada: La Neurología Interpersonal. Esta nueva vertiente intenta integrar los elementos biológicos, psicológicos y sociales en un solo Fluir de Energía e Información. Este fluir utiliza tres elementos fundamentales: el cerebro, la mente y las relaciones interpersonales. Esta triada de elementos y procesos son los responsables del surgimiento del Self y de la interpretación de las señales del Otro.
Cuando experimentamos las implicaciones de esta triada, más el poder del Estar, es ahí donde el verdadero trabajo terapéutico ocurre. El observar el mundo interno propio nos permite rastrear el fluir de la Energía y de la Información del Otro.
La palabra clave en todo esto es FLUIR. Si te pones a pensar, todo malestar emocional/mental está relacionado con el NO FLUIR.

Kabat-Zinn propone que el Estado de FLUIR se encuentra entre otros dos Estados (disfuncionales de la mente) el CAOS y la RIGIDEZ. El Cerebro, la Mente y las Relaciones tienen como principal objetivo el permitir que el Ser Humano Fluya libremente y este Estado solo puede lograrse en el Presente, y estando Presente.
El trabajo de las y los terapeutas es promover este Estado de FLUIR, pero no es algo que se pueda enseñar teóricamente, ya que sólo se puede transmitir por medio del contagio del Estado de FLUIR por parte de la o el terapeuta hacia el paciente.

Este FLUIR solo se logra cuando el cuerpo y la mente se encuentran en un mismo lugar, el presente.
Parecería algo sencillo, sin embargo tiene sus complicaciones debido a la naturaleza y habilidades de la Mente al poder estar en múltiples lugares (pasado, presente, futuro y combinaciones). El cuerpo, por otro lado, solo sabe estar en el presente porque no tiene otra opción. Es decir, el cuerpo está donde está.
La manera en que yo lo puedo entender es como cuando eramos niños y nos compraban un globo inflado con helio. Nuestros padres solían amarrar ese globo a nuestras manos porque la naturaleza del globo es volar libremente. Si por alguna razón el niño suelta el hilo que ancla el globo a nuestros cuerpos, el globo vuela libremente en cualquier dirección. El cuerpo se queda en donde está.
El Estar Presente (FLUIR), es este Estado en donde mi cuerpo y mi mente se encuentran en el mismo lugar (en el Presente, Fluyendo). En esta analogía del cuerpo y el globo, nos falta incluir el hilo que une cuerpo-mente. Este hilo representa la Atención. El cuerpo y la mente sólo están conectados en el presente por medio de la atención a lo que está pasando aquí y ahora.



Esta conexión cuerpo-mente que solo se da por medio de la atención en el presente, representa el único Estado mental/emocional que puede brindarle al Ser-Humano el acceso a todas sus capacidades de Sanidad interna (paz, tranquilidad, fe, esperanza, optimismo, empatía, etc.). Fuera de este Estado de conexión cuerpo-mente sólo existe CAOS y RIGIDEZ

Seguramente te estás preguntando el por qué la desconexión del cuerpo-mente produce tales efectos negativos. Permíteme explicarte el por qué de manera rápida y sencilla. La mente, cuando se encuentra en su estado óptimo (en el Presente), sabe funcionar en base a polaridades. Cuando la mente piensa en frío, la mente tiene que traer el opuesto y piensa en calor. Cuando la mente piensa en problema, automáticamente se piensa en solución. Así funciona la mente en su estado ótpimo (en el Presente Fluyendo). Cuando "el globo" se va y vuela libremente al pasado, al futuro o a extrañas combinaciones, la Mente pierde esta capacidad de pensar en polaridades y sólo tendrá la capacidad de observar una "realidad" unipolar (negativa). Por eso, cuando la mente no está conectada en el Presente tiende a atorarse, ofuscarse, ser pesimista, etc. La Mente pierde su capacidad natural de ver la realidad desde distintas perspectivas (polaridades). Kabat-Zinn, le llama a este fenómeno de solo percibir lo negativo EL DEPRESOR.

La percepción negativa y catastrófica del Depresor da vida a un nuevo fenómeno mental que sólo existe cuando la mente ya "voló" a otras dimensiones y no se encuentra conectada al cuerpo en el presente. Este nuevo fenómeno está relacionado a la visión unipolar (negativa) del Depresor. Cuando todo está mal, dañado, etc., se debe de hacer algo al respecto: ARREGLARLO. La mente va a producir una serie de exigencias internas de solucionar todo lo que está mal (basicamente todo esta mal). Así tenemos que la combinación de ver todo negativo y de auto-exigencias de arreglar todo lo que está mal es lo que produce los Estados de CAOS y de RIGIDEZ en la vida de las personas que han perdido la conexión cuerpo-mente en el Presente.

Vamos a terminar esta pequeña reflexión sobre lo que significa estar Presente (FLUIR), con un ejemplo de un terapeuta que no sabe Estar, y lo quiere compensar con Hacer. Este terapeuta entra a su siguiente sesión vespertina ya con un grado de ansiedad que detecta en su estómago y en sus pensamientos saturados con dudas:
¿qué voy a hacer con este paciente? ¿debería aplicar más pruebas? ¿será border? ¿y si lo doy de alta?
Es claro que la ansiedad y la serie de dudas son sólo una manifestación de que su mente ya no está en el Presente, no está Fluyendo.
Esto activa al Depresor, que solo sabe ver lo negativo y comienzan los pensamientos de "no soy buen terapeuta," "creo que me equivoqué de profesión," "mejor me voy a recursos humanos," "voy a perder a todos mis pacientes."
Como todo está mal de acuerdo al Depresor, esto hace sonar la alarma y se llama al Arreglador que comienza a exigir cambios: "deberías ser mejor," "di algo," "tienes que hacer una excelente sesión para que no se vaya tu paciente," "tienes que esforzarte más."

Ya nos podemos imaginar el grado de ansiedad que este terapeuta sufre al estar atrapado entre el Depresor y el Arreglador, pero en realidad todo esto es consecuencia de no Estar Presente.
Un terapeuta que Está Presente (Fluyendo) puede estar en paz, tranquilo, sintonizado con sus Estados Internos y con los Estados Internos de su Paciente. Su intuición es mucho más elevada y sus conocimientos teóricos sustentan sus intervenciones. Y lo que es aun más importante, el terapeuta que sabe Estar, puede modelar este mismo Estado a sus pacientes que muy probablemente se encuentran sufriendo  debido a estar pasando de CAOS a RIGIDEZ en sus vidas.

lunes, 29 de junio de 2015

La Magia al Estar

Desde mis inicios como terapeuta me llamó mucho la atención lo "mágico" de mi profesión. ¿Cómo es posible que una serie de encuentros interpersonales tengan algún tipo de efecto positivo en la vida de una persona (paciente-cliente)? ¿cuáles son los elementos más importantes e indispensables de aquellos encuentros en donde esa "magia" ocurre? Al inicio de mi carrera estaba muy urgido por encontrar esos elementos que me convertirían en un buen terapeuta.
Busqué por muchos lados tratando de encontrar la teoría más sólida y que contuviera las herramientas más efectivas para hacer "magia." Pero, ¿por dónde comenzar? hay muchas teorías y todas dicen ser "La teoría." Intenté ser un buen clínico al apegarme a las normas éticas de mi profesión, leí un sin fin de libros, pulí mis habilidades de diagnóstico diferencial y hasta podría decirse que me consideré un Talibán del DSM (4a edición en aquel entonces). Pero tristemente, la "magia" no aparecía. Mi mente estaba tan preocupada por hacer (decir, decifrar, descubrir, desenmarañar, etc.) que se me olvidó Estar.
Poco a poco recordé lo que uno de mis maestros nos decía: "lo que importa (no quiere decir que la teoría, técnicas y herramientas no sean importantes), es pasar más tiempo Estando." Me costó trabajo comprender la definición de Estar porque yo creía que solo se refería al aspecto físico de abarcar un volumen en un tiempo determinado. ¡Yo estaba (e minúscula) los 50 minutos con mis pacientes y no pasaba nada! Hasta que comprendí que en el silencio de mi mente habitaba el poder de Estar. Mientras más silencio había en mi mente, más magia ocurría.

Las investigaciones indican que incluso en el campo de la medicina, la Presencia (con P mayúscula que indica mente y cuerpo) tiene un impacto positivo en la mejoría de los pacientes. Así llegué a la bendita experiencia  de ver  como  la magia ocurre por medio de nuestra presencia, y esto no lo digo en un sentido narcisista, sino en la plena humildad de que la presencia de cualquier Ser Humano tiene poderes de restructuración.




Pero comencemos por definir que es esta Presencia. Para poder hacer esto debo comenzar por lo que NO es la Presencia. Una mente llena (dudas, preguntas, metas, teorías, diagnósticos, etc.) no tiene espacio para contener la existencia del Otro. La presencia es la Atención Intencional en la experiencia del aquí y ahora sin juicios ni expectativas.

Solo cuando yo tengo esa capacidad de "vaciar" mi mente de ideas preconcebidas es donde yo puedo encontrar mi efectividad profesional porque fluyo en lo que sé hacer debido a lo que ya conozco. Déjame darte un ejemplo. Como terapeuta tengo la bendición de trabajar como entrenador mental de futbolistas profesionales, y el énfasis que yo hago en mis intervenciones es precisamente el vaciar la mente de dudas, temores, incertidumbre, miedos, enojo, etc., para poder Estar en el presente en donde sus cuerpos que han entrenado por miles de minutos saben hacer su trabajo.
 Si la mente no está en silencio en el presente, esta tiene la facultad de llevarnos a dimensiones desconocidas, a extrañas combinaciones de culpas del pasado y ansiedades de un futuro probable. Ya en ese momento perdimos la conexión con el aquí y ahora y al mismo tiempo nos perdimos de recibir información relevante para nuestro desempeño en el presente.

Una terapeuta que está más preocupada por lo que tiene que decir, abre una puerta a la dimensión de sus propios fantasmas (rechazo, juicio, baja auto-confianza, etc.), y deja de recibir información en tiempo real que el paciente está enviando, y aún peor, el no se siente Sentido por la terapeuta reactivando su propia historia.

Probablemente te preguntes ¿y cómo se hace eso? Te doy un sencillo consejo, mientras tengas tu próxima sesión con tu paciente, manténte consciente de tu presente por medio de tus sentidos. ¿qué sonidos escuchas en el fondo mientras conduces tu sesión? ¿qué texturas puedes sentir con tus dedos mientras escuchas o hablas? ¿qué temperatura hay en tu consultorio? ¿cómo está tu cuerpo en ese momento? Haz  este   simple experimento. Tu cuerpo y tu mente en el mismo lugar es el regalo más grande que te puedas dar y le puedas dar  a tus pacientes.
¿Me cuentas cómo te fue?

viernes, 22 de mayo de 2015

Metamorfosis

Me considero sumamente afortunado de estar viviendo en un periodo de cambios en mi campo profesional. A mi, ya me tocó un periodo en donde lo Integrativo es permitido, aunque muchos de mis profesores todavía arrastraban los residuos de la tendencia del Zeitgeist (espíritu de los tiempos) sobre la "pureza" de los marcos teóricos. Muchos de nosotros crecimos profesionalmente con esos profesores apasionados por la "patología" de la mente, y por el adecuado proceso del diagnóstico.
Recuerdo las competencias internas en mi universidad para conocer quién era el mejor en poder descifrar la viñeta que el profesor de la clase de psicopatología nos daba todos los Jueves. Era casi una obsesión el poder dominar todas las posibles patologías del Eje I, y mucho más emocionante cuando se trataba de un caso del Eje II.

No fue nada raro el comenzar a ejercer la profesión con la misma inercia, buscando la patología (suena muy padre y técnica esa palabra). No me tomó mucho tiempo el darme cuenta que esa obsesión por diagnosticar no me estaba llevando a ningún lado en el
progreso clínico con mis pacientes (hoy les pido perdón donde quiera que estén).

Poco a poco me fui dando cuenta que gracias a los cambios  provocados por varios movimientos post-modernos, se cuestionó la praxis y se redirigió el foco de atención  hacia aquellos elementos y características presentes en las personas que son Resilientes.

Para mí esta transformación de paradigma no fue muy fácil, y eso que nunca me he considerado un Talibán de los marcos teóricos, pero sí algo cuadrado en lo que es "serio y formal" de la psicología.
Llegué a pensar que la teoría narrativa era demasiado "light" y que cualquier persona puede platicar de forma casual. "Eso no es psicoterapia," me decía a mí mismo, negándome a creer en lo que hoy reconozco como el poder de ESTAR con el otro sin tener que HACER. Y ¿qué les digo de lo que llegué a pensar de la Psicología Positiva? que hasta pena me da confesar que me imaginaba que eran un grupo de animadores de campamento.

Mi transformación se fue dando debido a las lecciones de vida y resiliencia de mis pacientes sobrevivientes de eventos traumáticos. Cada encuentro yo iba notando ciertas características que eran indicadores de la fuerza y velocidad de su recuperación. En unos, la carencia de estos elementos era la evidente responsable de su estancamiento. Mi mayor sorpresa en esta aventura de mi transformación fue el darme cuenta que yo, como terapeuta, podía interferir y promover la presencia de dichos elementos.

Pude con el tiempo identificar por lo menos cinco de estos elementos: Flexibilidad, Adaptabilidad, Congruencia, Energía y Estabilidad. Estos elementos eran muy obvios en las personas que relativamente fácil recuperaban su rumbo y dirección de vida. Y al mismo tiempo se convirtieron en mi plan de tratamiento para aquellos y aquellas pacientes que se encuentran estancados. De repente me di cuenta que la patología que yo había aprendido a buscar y a encontrar, no es más que la carencia de dichos elementos. Todas las afectaciones emocionales están relacionadas directamente con la ausencia de estas características del Ser Humano.

Ok, ya lo entendí, y ahora ¿cómo fomentar estas características en mis pacientes? No es algo que se pueda enseñar desde el intelecto. Y ahí es donde mi verdadera transformación ocurre. Mi Presencia (estados mentales sintonizados con los de mi paciente), facilita la transición de una mente rígida o caótica, en una mente abierta a nuevas experiencias. Como cuando le decimos a un niño o niña, "Te voy a contar una historia..." De esa misma manera, la mente que llega a nuestros consultorios atorada, frustrada y pesimista, puede ser transformada por medio de un o una terapeuta abierta a nuevas experiencias. Cada encuentro es una nueva oportunidad de que algo nuevo ocurra. Esto te podrá sonar demasiado hippie, pero déjame decirte que esto de la Presencia del terapeuta tiene un sustento científico muy sólido que más adelante quiero compartir. Mis alumn@s y exalumn@s me conocen, y saben que mi énfasis al supervisarlos o enseñarles está en los procesos del hemisferio derecho. El ESTAR, antes del HACER. Esa ha sido mi transformación

lunes, 11 de mayo de 2015

Terapeutas de Hacer vs Terapeutas del Ser

La semana pasada estaba platicando con el grupo de jóvenes entusiastas con el que me reuno todos los Miércoles de 4-10pm en la Universidad Iberoamericana. Este grupo de jóvenes profesionales están estudiando la Maestría en Orientación Psicológica, y mi función es la de supervisar sus casos clínicos semana tras semana a lo largo de todo un semestre. Mientras platicaba con ellos sobre el arte de la psicoterapia, me di cuenta que algo estamos haciendo mal en las Universidades en donde se preparan miles de hombres y mujeres que tienen un deseo genuino de ayudar a personas en sufrimiento (por que eso hacemos los psicoterapeutas). Estamos alimentando y ejercitando a futuros profesionales de la salud mental en procesos del Hemisferio Izquierdo. Les estamos enseñando a diagnosticar (categorizar), a crear un plan de tratamiento (estructura), a resignificar (narrativa), etc.
De repente me pregunté ¿qué pasaría si les enseñáramos de otra manera? ¿qué materias o procesos deberíamos enseñar? Y ahí recordé el orden en el cuál el cerebro humano se desarrolla.
El cerebro humano al nacer está casi listo para ser utilizado, es decir ya cuenta con una estructura física funcional, pero necesita una serie de experiencias interpersonales (sensorial-afectivas ) que faciliten las conexiones electro-químicas. Estas experiencias son dominadas por el Hemisferio Derecho. Es así como nace la Mente humana. Ahora, ¿cuáles son esas experiencias interpersonales que facilitan el surgimiento de la Mente? ¿podrán replicarse dichos procesos en el entrenamiento y ejercicio de la psicoterapia? ¿qué pasaría si a nuestros baby-terapeutas les enseñáramos a utilizar estos procesos neurobiológicos y naturales para establecer relaciones? Creo que el entrenamiento profesional debería ser muy similar a los procesos que se dan durante la formación del vínculo con las figuras primarias. Son procesos complejos y a la vez muy naturales, pero nada que ver con lo que nos enseñaron en nuestras clases de Teoría y Técnica de la Entrevista cuando estudiamos el famoso "rapport."

¿Qué te parecen estas materias?

Presencia I: En esta materia yo les enseñaría a mis alumnos y alumnas a estar presentes. Tal vez te preguntes ¿qué dificultad puede tener el Estar? En realidad, me refiero no a la presencia física que permite el ocupar un espacio en nuestros consultorios, sino a la disposición senso-afectiva a compartir una experiencia interpersonal. Existen muchos elementos que obstruyen el Estar, y principalmente tienen que ver con funciones del Hemisferio Izquierdo (diálogos internos, dudas, marcos teóricos, etc.). En otras palabras, en la Universidades, al enseñar a las y los alumnos a diagnosticar y a "entrevistar," les estamos interfiriendo el aprendizaje del proceso de Estar.

Afinación I: Recuerdo que lo primero que me ensañaron al aprender a tocar la guitarra fue a afinar el instrumento. Tiene sentido, no puedo yo aprender a tocar las mañanitas si mi guitarra no está afinada apropiadamente. Y regreso de nuevo al proceso del nacimiento de la Mente. El infante al nacer emite señales (tengo hambre, frío, sueño, me hice caca, etc.), y solo le queda rogar a Dios Padre que exista una Mente desarrollada que Esté Presente y que le atine a lo que estoy tratando de transmitir. La Presencia y la Afinación a las señales emitidas se convierten en los elementos pre-existentes de las primeras representaciones mentales del infante (relación interpersonal). La afinación del adulto requiere la utilización de símbolos almacenados en su memoria implícita y que son reactivados al escuchar las señales sensoriales emitidas por el infante. El terapeuta también necesita Afinarse a cada encuentro interpersonal con sus pacientes y utilizar la información implícita almacenada adivinen donde...¡Correcto! Hemisferio Derecho

Respuesta I: Al infante no le sirve de mucho que el adulto (Mente desarrollada) quiera Estar y que esté Afinado a sus llamados. El adulto necesita Responder adecuadamente para minimizar la fuente sensorial de incomodidad. Los terapeutas necesitamos Estar, Afinar y Responder a lo que a veces ni sus propias palabras (hemisferio izquierdo) nos están diciendo. Este es el ámbito del proceso psicoterapéutico, la subjetividad de estructuras de apego, regulación de afectos y esquemas relacionales. Muchas veces les enseñamos a nuestros alumnos y alumnas a pedir el motivo de consulta, esperando una respuesta estructurada (hemisferio izquierdo), cuando en realidad sus verdaderas quejas se encuentran enterradas en una serie de escombros relacionales desorganizados e inestables que han dejado una gran cantidad de secuelas que solo pueden ser sentidas (hemisferio derecho) y observadas en los rastros de sus historias. El terapeuta que utiliza primero los procesos del Hemisferio Derecho sabe que la respuesta inicial que todos los pacientes buscan en "SENTIRSE SENTIDOS"

Transformación I: Cuando un paciente se "Siente Sentido," puede iniciar el proceso de la transformación, y nuevamente podemos recurrir a lo que ocurre en el neurodesarrollo infantil. Cuando las figuras primarias logran Estar, Afinarse y Responder adecuadamente, la mente del niño comienza un proceso de integración de dos elementos sumamente importantes: La Individuación y Las Relaciones Interpersonales. La solidez y seguridad que forjan las figuras primarias al Estar, Afinar y al Responder permiten al niño conocerse desde el Yo y desde el Nosotros. Yo casi podría asegurar que todos nuestros pacientes llegan al consultorio por una interrupción en alguno de estos dos procesos. Conocerse desde el Yo (separado del otro, capaz y seguro) o por Conocerse desde el Nosotros (capaz de tener intimidad, confiar, vulnerabilidad, manejo positivo del conflicto, etc.). Yo pienso que ya es en esta última fase en donde los y las terapeutas podrían hacer uso de herramientas más estructuradas para alcanzar estas dos metas.

Creo que a muchos de nosotros nos hubiera encantado tomar clases de este tipo durante nuestra formación profesional, y muchos de nosotros hemos aprendido el poder que tienen estos procesos del Hemisferio Derecho sobre la marcha. Si tu sientes que tus procesos psicoterapéuticos son rígidos, acartonados y no fluyen, probablemente se deba a que estás utilizando inicialmente procesos del hemisferio izquierdo. Te animo a que abandones temporalmente los procesos del hemisferio izquierdo (hacer) y experimentes el poder del Ser.



jueves, 12 de febrero de 2015

El proceso del tiempo y el psicoterapeuta

"Es increíble como pasa de rápido el tiempo". Esta frase que solía hacerme reír cuando yo la escuchaba de mis mayores. Hoy, me río de mí mismo al frecuentemente escucharme esa misma frase. Afortunadamente voy descubriendo que el tiempo tiene su múltiples ventajas en mi vida. Si me enfoco principalmente en mi desarrollo profesional puedo agradecer la constante oxidación de células que van acompañadas de experiencias (hoy ya sé que no hay ni buenas ni malas), que he aprendido a "digerir" con el bendito paso del padre tiempo.
Y hoy agradezco a unos de mis profesores universitarios quien nos enseñaba más de la vida que de Freud y colegas. Este profesor nos decía que para ser un buen terapeuta uno tenía que crecer por dentro y que dicho crecimiento solo venía con el paso del tiempo. Que no nos desesperáramos, esta profesión va de la mano con la madurez que las experiencias (principalmente las dolorosas), van promoviendo en nuestra Alma. Nos decía que la parte académica era importante, las teorías, los diagnósticos, el DSM, etc., tendrían sentido y serían acomodados en un plano secundario en nuestro desempeño profesional con la ayuda de nuestro crecimiento personal.
Me siento bendecido de haber comprendido esto, y aceptar que como terapeuta novato cometería errores, no sería muy bueno, me despreciarían por ser muy joven, pero sabía que al final las canas llegarían como reflejo de una madurez integral.
Me da mucha tristeza ver a muchos alumnos que no han comprendido este proceso, y probablemente nunca lo harán. Jóvenes con muchos deseos de ser terapeutas, pero poca paciencia para dejarse "cocer" al paso del tiempo y de las llamas de las experiencias de la vida. No comprendieron que aunque el proceso académico haya terminado, faltaban más horas de prácticas en una sede que nos es un hospital psiquiátrico o una clínica de adicciones, sino en sus propias experiencias de vida
La mayoría hoy tiene un trabajo que no les requiere pasar por ese lento proceso, y casi de inmediato tienen un buen salario que les permite subsistir. Si tu, de verdad estás pensando que tu verdadera vocación es la psicoterapia, no te desesperes, haz lo tuyo, prepárate y se paciente... El tiempo, las experiencias y tu disposición harán lo suyo.