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sábado, 18 de agosto de 2012

¿Supervisión yo?

Como profesor universitario he podido observar uno de los errores más comunes de una gran mayoría de mis alumnos que se gradúan, y el proceso es este:
Aprueban su examen profesional
Participan en la graduación
Juran inscribirse en un programa de posgrado que los siga formando
Juran no ver pacientes porque "saben" que no están preparados par hacerlo
Se desaparecen de la escuela que los vio nacer y los formó como profesionistas
Reciben su cédula profesional
Escuchan una voz demoniaca dentro de sus cabecitas que les dice "pon tu consultorio"
Se reúnen con otros ex compañeros que han escuchado la misma voz
Comienzan a fantasear
Juntan sus "domingos"
Rentan un consultorio y hasta lo bautizan con nombres medio mamila
Hacen publicidad y la distribuyen en redes sociales, con sus amigos y hasta afuera del metro
Se anuncian como especialistas en ansiedad, depresión, pareja, familias, adolescentes, niños, traumas, neurosis, psicosis, psicoanálisis, y miércoles 2x1
Se sientan junto al teléfono esperando a su primera víctima, digo paciente
Por desgracia (de ambos lados) llegan a tener pacientes a los cuales inmediatamente intentan encapsularlos dentro de un diagnóstico de 5 ejes, creyendo que de esta manera el tratamiento se dará por gracia de Dios
Transcurren de 3 a 4 sesiones en que el paciente se da cuenta que el "Dr. o Dra" está más confundida que ellos mismos
Esto no termina ahí, los brillantes psicólogos comienzan a cuestionarse si verdaderamente están hechos para esta profesión
Muchos a este punto ya están pegados a la sección de oferta de trabajo buscando chamba de cualquier cosa
Poco a poco los valientes amigos van separándose con resentimiento hacia su sueño y profesión.


Este escenario lo he visto por lo menos en 30 ocasiones en los últimos 14 años como docente.
¿Quė pasó? ¿Quién falló?
Yo creo que esto se debe a que los que ya llevamos un rato más en esto, no hemos hablado de los beneficios de una supervisión clínica. La pura palabra SUPERVISIÓN suena a "eres un inútil y necesitas que te siga cuidando." Yo pienso en el proceso de supervisión más como un proceso de tutoría en donde las "canas" de la experiencia pueden servir como un instrumento formativo en el novato, pero no sólo en la parte teórica sino en todo lo que engloba ser un psicoterapeuta.

El tener un proceso de supervisión tiene varios beneficios y estos son algunos de ellos:
1.-La teoría cobre vida. Durante nuestra preparación como psicólogos vemos muchos teorías y modelos que en muchas ocasiones estorban los procesos más importantes del proceso terapéutico. La supervisión nos permite colocar a es teorías en el lugar donde deben de estar, estos es, por detrás del establecimiento de un vínculo personal y cálido. Ese vínculo, te aseguro no lo aprendiste ni se puede aprender en ningún aula.

2.-Te permite desarrollar un encuadre clínico. A mi me da un poco o mucho de risa cuando veo a coleguitas recién egresados tratando de hacer un cocktail terapéutico mezclando un poco de esto, más dos cucharadas de esto otro y lo agitamos y violà! La supervisión no te permitiría mezclar elementos de marcos teóricos que aún no manejas casi en su totalidad. Es por esta razón, casi estoy seguro, que hoy en día cuando le preguntas a un psicólogo ¿de qué corriente eres? escucharás un rotundo SOY ECLÉCTICO. Un proceso de supervisión te cuidaría de tener un nombre (encuadre) y partiendo de ahí poder jugar con otros marcos teóricos.

3.-Te permite sentirte contenido. Aunque todos estamos familiarizados con conceptos como contratransferecia, burnout, fatiga por compasión, etc., no sabemos sus manifestaciones, implicaciones, factores de riesgo, etc. Un buen supervisor estaría muy atento a tu historia personal y del cómo los casos que estás llevando pueden afectar tus propias heridas emocionales.

4.-Te permite crear un vínculo de amistad y confianza de por vida. Una vez que se establece un vínculo de supervisor-supervisado es de por vida. Junto pasamos por horas y horas de genuina preocupación por el bienestar del paciente, del proceso de aprendizaje, del bienestar de ambos. Se crea un vínculo muy profundo.

5.- Por último, te permite aceptar con humildad la dura verdad: lo que aprendiste en la escuela, ese pedazo de papel (título profesional), ese pedazo de plástico (cédula profesional), ese distinguido título de psicólogo, no te hace un psicoterapeuta. Sólo te da la llave al siguiente paso en tu formación llamado Supervisión.

Así qué sí estás por graduarse o o acabas de hacer, o en el caso que hayas pasado por la pesadilla que acabo de describir, busca un buen supervisor o supervisora que te acompañe a seguirte formando integralmente en esta hermosa profesión.